miércoles, octubre 31, 2007

Observando







lunes, octubre 29, 2007

Domingo en Mwala




La temperatura es muy agradable. Durante el día hace calor, aunque es seco y muy soportable. Nada comparado con el verano sevillano. Desde que amanece a las 6:00, el cielo suele estar nublado, para despejarse desde las 10 hasta las 19, que anochece. Por la noche empieza a llover puntualmente, y aparecen miles de insectos por todos lados. De momento a los mosquitos los tenemos bajo control, veremos a ver cuando empiecen las lluvias.

Hoy domingo hemos asistido a la misa de la mañana, bajo invitación de nuestros anfitriones. Y, auque era de esperar esto siempre es una sorpresa, nos han llamado al estrado (¡digo estrado por no decir altar!), para presentarnos y dar el discurso de rigor. Me tocó. Y allí estaba yo, con mi compi Josemi al lado alucinando, micrófono en mano, hablándole a cientos de personas y más blanca que un lavabo… Pero ha sido toda una experiencia; al salir, la gente se acercaba a nosotros a saludarnos, a darnos la mano, a conocernos… ¡Mi abuela estaría encantada de saber que he ido a misa dos días seguidos!

Quiero mencionar, porque nos encanta, la forma en que se da la mano aquí: primero un apretón estándar, luego un giro de muñeca hacia arriba (a modo de saludo rapero), y de nuevo giro hacia abajo para acabar con otro apretón normal. Todo eso en dos segundos. Me encanta.

Por la tarde cocinamos para nuestros anfitriones. Queríamos hacer gazpacho, y sin pensar que aquí no hay batidora o similar, se nos jodió el menú. La que hemos liado en la cocina… Así que tortillita de patatas, arroz con pollo, y una carne en salsa… Y todo acompanado, por supuesto, de una cuantas Tuscker, la cerveza local, que nos encanta. El pollo nos lo regalaron el otro dia las mujeres del grupo con que trabajamos... pero claro, vivito y coleando. Menos mal que nos hicieron el favor de cepill’arselo y despelucharlo, porque sino, no s’e qu’e habr’iamos hecho... ay ay ayyyy, en estas cosas no pensamos cuando vamos al Mercadona... Usamos los enseres de cocina disponibles (nada f’acil, tenemos que decir), y hubimos de hervir el agua antes de usarla, claro. El cocinero de la parroquia es un figura, y ahora lo valoramos el triple.

Senalar el m'erito de las mujeres que, madres de familias numerosas, cocinan sin hornillo (no tienen luz), ni espacios apropiados en casa, ni tanques de agua cerca, para alimentar a sus familias cada d'ia. Ellas s'i que son unas artistas.

Un besako grande desde Mwala.

Reflexiones de una mzungu





De nuevo tengo un rato para sentarme a escribir. Como viajo con el portátil, mis entradas en el blog son indiferidas, esto es, las escribo en casa y cuando accedo a Internet, las subo. Al final decidimos quedarnos el fin de semana en Mwala, y así avanzar en el trabajo que tenemos por delante y compartir estos días con las personas con las que vivimos, que tan hospitalarios son.

Acabamos de llegar del río, del lugar donde la gente va a recoger el agua. Pero el río no tiene agua, es un río de arena clara que recorre el valle a lo largo del cual hay agujeros excavados, que son las fuentes de recogida. Así, la gente baja desde sus casas con garrafas vacías, bien a la espalda o sobre burros, se introducen en el agujero para llenarlas, y las suben de nuevo, ahora mucho más pesadas, para regresar a casa a pie. La hierven, y la utilizan para beber y cocinar.

La gente ya se va acostumbrando a vernos, y ya nos saludan: How are you, mzungu? También se escucha a veces a algún hombre gritar, desde un matatu: “white woman!”. Los mzungus somos los blancos, claro, que aquí más que blancos parecemos transparentes… tenemos más mala cara que los pollos del Simago… Hoy nos han confirmado nuestra sospecha: nunca un blanco había estado aquí. Por eso los niños nos miran extrañados, y se muestran tímidos y reservados. Nos observan de lejos al principio, riendo, y se van acercando poco a poco. Al saludarlos y tenderles la mano, sólo los más valientes se atreven primero, y una vez abierta la veda, se acercan todos los demás.

Nos han llevado a un funeral hoy. Aquí, desde que la persona muere hasta que es enterrada (la entierran junto a sus casas), pasa al menos una semana, durante la cual la familia se va preparando para el gran despliegue de medios que supone la ceremonia. Primero una larga misa (casi dos horas), con mucho canto y timbales, y discursos de curas y familiares. Uno de los curas, en su intervención, arrancaba las risas de los presentes constantemente –hablaba en Akamba, así que nosotros cogiendo moscas, claro- y luego, de nuevo música y baile. Una vez finalizada la misa, la gente se desplaza a la casa de la familia (había mucha, muchísima gente), y allí se come a reventar, se canta, y se baila. Luego el entierro, de nuevo discursos y agradecimientos, y a casa.

Y es que aquí se canta todo el rato. Nosotros vivimos al lado de la iglesia, y cada mañana, al levantarnos a las 7:30 u 8:00, escuchamos los cánticos dentro, que se prolongan durante casi toda la mañana. Al pobre de Josemi, que duerme en la misma habitación que Stephen, el más joven de los curas que viven en la casa, le ponen gospel también al ir a la cama, y por supuesto al levantarse… Va a acabar ”Gospel-saturator”: Gospel durante el desayuno, durante la cena, gospel a mediodía…

La gente se acuesta muy temprano en Mwala, pero ya hemos encontrado un garito en Machakos que pinta bien: cerveza fría (eso es el gran lujazo), pista de baile, y unos altavoces más grandes que yo (esperemos que el DJ no pinche gospel…). El Miércoles es el Ladie´s day, así que pasaremos a ver qué se cuece… Sí, digo que aquí las bebidas se beben del tiempo, y aún en los sitios en que hay frigoríficos, se beben tal cual. María y Clara estarían encantadas, con lo que les gusta una buena cocacolita calentita, del tiempo, sin hielo, sin limón y sin ná…Yo por mi parte, no tengo problema: ¿Tuscker caliente (es la cerveza local)? Ea, po caliente, “paentro”…

Estoy disfrutando cada minuto. Este lugar ofrece todo lo que me parece atractivo: muy buena gente y muy comunicativa, con la que conversar y compartir opiniones, un montón de cosas nuevas por todos lados, un entorno precioso, muchas de cosas que aprender y muchos días aún por delante – ¡esta es buena eh!-, y un trabajo interesante que desarrollar, un reto que afrontar. Tenía ganas de venir a África por primera vez, y un poco de miedo a quedar desilusionada –tan altas y enormes eran mis expectativas-, pero éstas están siendo superadas con creces. Aún no me he ido, y ya quiero volver.

Kesho África.

viernes, octubre 26, 2007

Jambo Kenya





Kenya nos da la bienvenida cada día. WELCOME. Todos lo dicen constantemente: al conocernos y al despedirse, antes de comer tras el rezo de rigor, al saludarnos o cuando les damos las gracias. Karibu.

La llegada a Nairobi fue por la mañana, tras un vuelo que casi perdemos en Londres gracias a los habituales retrasos a los que nos están acostumbrando. Nosotros corrimos todo lo que pudimos cruzando el aeropuerto, y llegamos a tiempo, pero nuestras maletas perdieron la carrera y, rezagadas, decidieron quedarse y disfrutar la noche londinense... En el momento en el que escribo, bajo una mosquetero azul, todavía voy con la misma camiseta, mismos pantalones... en fin, mismo todo, para qu’e entrar en detalles...

En el camino hacia Machakos, distrito en que nos encontramos, todo fueron carreteras en obras y un trasiego constante de camiones. Se acercan las elecciones, y se nota en el alt’isimo n’umero de inversiones en infraestructuras, sobre todos saliendo de la capital. Todo un cl’asico. Machakos pueblo es una pequena ciudad, tiene de todo. Es de hecho nuestra referencia por ser el lugar más cercano en el que comprar ciertas cosas y concectarnos a Internet. Desde Mwala se tardan escasos 40 minutos en llegar, por una carretera mitad asfaltada mitad de tierra, aunque aún perfectamente transitable –se complicará en unos días cuando entremos de lleno en época de lluvias-.

Nuestro medio de transporte cuando nos movemos solos es el Matatu. Me encantan los transportes públicos, son la esencia de los lugares a los que viajas, porque además de que moviéndote observas el entorno, vas inmerso en un entorno en sí mismo. Además, se trata de una inmersión absoluta, porque literalmente vas incrustado o enterrado por bolsas, personas, y lo que haga falta. Son furgonetas de aforo infinito, y digo infinito porque realmente el afoto tiende a infinito. Nunca se llena del todo, siempre caben más personas. Y pensar que en España, si se observan los coches que circulan un lunes a las 3 de la tarde, el 90% es ocupado por 1 sólo persona…. Semejante aprovechamiento de recursos joder...

Nos quedamos en la parroquia de Mwala, donde tenemos todas las comodidades, y donde nos han acogido como en casa. No nos falta un perejil: electricidad siempre por la noche (no suele haber por la manana), siempre hay agua en el tanque para ducharnos, recogida del agua de la lluvia, y las comidas riqu’isimas. El mercado del pueblo lo tenemos al lado, por lo que hay vidilla por calle todo el d’ia. Siempre pasa mucha gente; gente que se desplaza de un lado para otro, o permanece en un lugar hasta que ha vendido lo que llevaba y se mueve para repostar. Muchos se mueven en bici, pero la mayoría lo hacen a pie, y las mujeres casi siempre cargan grandes bultos a la espalda: agua, alimentos, leña, niños…

Las comunidades se distribuyen en mercados o shopping center (markets), lo que podríamos llamar el centro, o down town, y durante el día son un hervidero de actividad. Luego, la gente se retira a sus casas, dispersas por la zona en pequeñas comunidades de una o varias familias que viven en su mayoría en casas construidas en adobe y tejados de paja.

Hay un montón de colegios repartidos a lo largo de la carretara, y los niños, con sus uniformes cubiertos por una capa de polvo rojizo, están por todos lados, felices y contentos. La educación en Kenya es gratuíta, así que casi todos los niños van a la escuela. Las excepciones las marcan las grandes distancias a las que se encuentran algunas comunidades rurales, o, en su caso, la necesidad de las familias de que los ninos se queden para ayudar en casa en la recogida de agua, que en ocasiones obliga a desplazamientos de muchos kil’ometros.

Casi todos hablan inglés. Todos los que han ido a la escuela lo hablan, aunque hay mucha gente mayor que sólo lo chapuirrea, o que no saben hablarlo porque tampoco aprendieron a escribir. Aquí la gente habla Akamba entre s’i, aunque todos saben hablar shuahili.

Hoy me ha tocado ya explicar mi agnosticismo, porque hemos comido con los amigos curas con los que nos quedamos. Con s’olo observar que no me santiguaba, salta la pregunta. F’acil. Les cuesta mucho comprender la ausencia de religi’on, auque ya estoy acostumbrada y tengo el discurso preparado. El padre Daniel, que es super gracioso, me ha dicho que la pr’oxima vez que venga me bautiza. Ea, vamos all’a... ¡en todos los sitios a los que voy me quieren convertir primo!

Os contar’e m’as en unos d’ias, este fin de semana viajaremos a Nairobi.

KARIBU