lunes, marzo 24, 2008

Vuelan pétalos de ROSA

Desde hace unas horas, al otro lado del mundo, en otro lugar del planeta, flotan pétalos de ROSA. Aunque da igual donde estabas, o dónde estaba yo, huelo aún tu presencia en lo más inmediato de tu ausencia.

Qué paradoja haber estado hablando de la muerte durante la comida hoy, reflexionando en grupo sobre qué sensaciones origina, sobre cómo despedir, sobre qué esperar... en ese momento estabas haciendo tu maleta. Qué fácil fue siempre hablar contigo, y qué difícil es ahora escribirte. Haití hoy te recuerda y te canta a ritmo de música "gá-gá".

Nuestro rincón en el mundo estará siempre empapado de tí, y nosotros, sus habitantes, regaremos ese imperio contigo, sobre bancos verdes y oxidados, césped y aceras, paquetes de pipas, mesas fabricadas con rollos de cable, pinos y eucaliptos... Ese nuestro rincón en el mundo, único y singular. Reino del cariño. Planeta de la familiaridad y espacio de reunión insustituible.

Y serás como esos columpios desaparecidos que siempre existirán; como ese muro blanco y perforado a través del que insunúa el peñón su silueta; como esa bahía nuestra, salpicada de petroleros, pantalanes y espigones. Tu silla permanecerá siempre clavada en la arena, como clavados los dados permanecerán en el mar, mientras nos sonries encaramada a lo más alto de la gran chimenea.

Pétalos de ROSA flotan hoy sobre los puentes, y alcanzan lugares tan remotos como éste desde el que te escribo, y al que llega el olor a poniente.

Seguid flotando pétalos de ROSA.

viernes, marzo 07, 2008

Reinventarse a uno mismo






Esta es una de las frases que nunca se me va a olvidar. Me la dijo un muy buen amigo un día de esos de cervezas, cigarrillos y conversación infinita, conversaciones que sólo son capaces de limitar las malditas agujas del reloj. Ese reloj que casi siempre nos gana la partida. Casi siempre.

Existen tantas maneras de vivir como de reinventarse a uno mismo, y es ese “uno mismo” el que ha de inventarse cómo vivir. Y no sólo de inventar se trata - qué fácil sería sino, ¿verdad?-, es que hay que estar tan convencido para afrontar cambios, que a menudo el vértigo (primo hermano de las agujas del reloj) nos acojona tanto que… mejor bajar de las nubes y echarse a dormir.

Lo jodido no es no saber lo que se quiere, es no querer lo que se tiene y querer lo que no se puede tener.

No estar bien con lo que se es, o con lo que se hace, necesariamente ha de ser una llave para abrir alguna de las puertas de ese infinito laberinto conformado por formas de vivir variopintas. El lamento constante, las sensaciones recurrentes de insatisfacción injustificada, o la tristeza crónica inexplicable han de ser casillas de salida hacia la meta elegida; esa meta reinventada previamente.

Nos gusta pensar y soñar en lo que queremos ser porque nos asusta lo que somos. Como si aun no estuviéramos vivos…