viernes, octubre 26, 2007

Jambo Kenya





Kenya nos da la bienvenida cada día. WELCOME. Todos lo dicen constantemente: al conocernos y al despedirse, antes de comer tras el rezo de rigor, al saludarnos o cuando les damos las gracias. Karibu.

La llegada a Nairobi fue por la mañana, tras un vuelo que casi perdemos en Londres gracias a los habituales retrasos a los que nos están acostumbrando. Nosotros corrimos todo lo que pudimos cruzando el aeropuerto, y llegamos a tiempo, pero nuestras maletas perdieron la carrera y, rezagadas, decidieron quedarse y disfrutar la noche londinense... En el momento en el que escribo, bajo una mosquetero azul, todavía voy con la misma camiseta, mismos pantalones... en fin, mismo todo, para qu’e entrar en detalles...

En el camino hacia Machakos, distrito en que nos encontramos, todo fueron carreteras en obras y un trasiego constante de camiones. Se acercan las elecciones, y se nota en el alt’isimo n’umero de inversiones en infraestructuras, sobre todos saliendo de la capital. Todo un cl’asico. Machakos pueblo es una pequena ciudad, tiene de todo. Es de hecho nuestra referencia por ser el lugar más cercano en el que comprar ciertas cosas y concectarnos a Internet. Desde Mwala se tardan escasos 40 minutos en llegar, por una carretera mitad asfaltada mitad de tierra, aunque aún perfectamente transitable –se complicará en unos días cuando entremos de lleno en época de lluvias-.

Nuestro medio de transporte cuando nos movemos solos es el Matatu. Me encantan los transportes públicos, son la esencia de los lugares a los que viajas, porque además de que moviéndote observas el entorno, vas inmerso en un entorno en sí mismo. Además, se trata de una inmersión absoluta, porque literalmente vas incrustado o enterrado por bolsas, personas, y lo que haga falta. Son furgonetas de aforo infinito, y digo infinito porque realmente el afoto tiende a infinito. Nunca se llena del todo, siempre caben más personas. Y pensar que en España, si se observan los coches que circulan un lunes a las 3 de la tarde, el 90% es ocupado por 1 sólo persona…. Semejante aprovechamiento de recursos joder...

Nos quedamos en la parroquia de Mwala, donde tenemos todas las comodidades, y donde nos han acogido como en casa. No nos falta un perejil: electricidad siempre por la noche (no suele haber por la manana), siempre hay agua en el tanque para ducharnos, recogida del agua de la lluvia, y las comidas riqu’isimas. El mercado del pueblo lo tenemos al lado, por lo que hay vidilla por calle todo el d’ia. Siempre pasa mucha gente; gente que se desplaza de un lado para otro, o permanece en un lugar hasta que ha vendido lo que llevaba y se mueve para repostar. Muchos se mueven en bici, pero la mayoría lo hacen a pie, y las mujeres casi siempre cargan grandes bultos a la espalda: agua, alimentos, leña, niños…

Las comunidades se distribuyen en mercados o shopping center (markets), lo que podríamos llamar el centro, o down town, y durante el día son un hervidero de actividad. Luego, la gente se retira a sus casas, dispersas por la zona en pequeñas comunidades de una o varias familias que viven en su mayoría en casas construidas en adobe y tejados de paja.

Hay un montón de colegios repartidos a lo largo de la carretara, y los niños, con sus uniformes cubiertos por una capa de polvo rojizo, están por todos lados, felices y contentos. La educación en Kenya es gratuíta, así que casi todos los niños van a la escuela. Las excepciones las marcan las grandes distancias a las que se encuentran algunas comunidades rurales, o, en su caso, la necesidad de las familias de que los ninos se queden para ayudar en casa en la recogida de agua, que en ocasiones obliga a desplazamientos de muchos kil’ometros.

Casi todos hablan inglés. Todos los que han ido a la escuela lo hablan, aunque hay mucha gente mayor que sólo lo chapuirrea, o que no saben hablarlo porque tampoco aprendieron a escribir. Aquí la gente habla Akamba entre s’i, aunque todos saben hablar shuahili.

Hoy me ha tocado ya explicar mi agnosticismo, porque hemos comido con los amigos curas con los que nos quedamos. Con s’olo observar que no me santiguaba, salta la pregunta. F’acil. Les cuesta mucho comprender la ausencia de religi’on, auque ya estoy acostumbrada y tengo el discurso preparado. El padre Daniel, que es super gracioso, me ha dicho que la pr’oxima vez que venga me bautiza. Ea, vamos all’a... ¡en todos los sitios a los que voy me quieren convertir primo!

Os contar’e m’as en unos d’ias, este fin de semana viajaremos a Nairobi.

KARIBU