lunes, diciembre 24, 2007

La Hispaniola



Las cosas de nuevo fueron rápidas -siempre derrapando...-, y otra vez fuera de España me encuentro, esta vez en La Española; el que fuera primer lugar del nuevo mundo, es ahora un nuevo mundo para mí.

La República Dominicana es uno de esos lugares que muchos consideran un paraíso, y no se equivocan teniendo en cuenta su geografía variada, repleta de playas de ensueño y de sistemas montañosos por todo el país. Pero no todo son pulseritas y resorts aquí, ni aguas azules, palmeras o Daikiris.

Me han sorprendido enormemente los altos precios de todo; se han multiplicado desde que vine por primera vez, hace un par de años. Me atrevería a decir que son precios europeos, y teniendo en cuenta que los sueldos son bajísimos, cuesta entender cómo consiguen muchos dominicanos salir adelante.

Estoy instalada en la capital, en Santo Domingo, y espero mañana cerrar el alquiler de un apartamento en la Zona Colonial, un barrio ubicado junto al Malecón y donde se encuentran la mayoría de los monumentos de interés, además de toda la movidilla cultureta y de ocio (léanse bares, colmados, teatros y demás).

A finales de Octubre una fuerte tormenta sacudió el país, inundando muchas comunidades y provocando gravísimos daños y la muerte de un centenar de personas. Muchos sistemas de agua quedaron destruídos, y las cosechas de muchísimos campesinos perdidas, y con ellas su vía de subsistencia. Las aguas estancadas han generado brotes de malaria y dengue severos, y el lodo -seco ya- aún permanece en muchos pueblecitos y comunidades. La Tormenta Noel -qué ironía de nombre, ¿no?- hizo mucho daño. Pero eso no fue todo; en Diciembre otro ciclón visitó la isla, esta vez con nombre de mujer: La Tormenta Olga, que también dejó decenas de muertos, y que agravó la situación en lugares que ya habían sido afectados por Noel e inundó otras zonas que se habían librado la primera vez. En este caso, además, la mala gestión de una presa multiplicó las consecuencias en algunos puntos en el Norte del país.

Y con esta introducción, que iré completando y escribiendo a medida que vaya conociendo y asimilando un poco más sobre este lugar en que me encuentro, os mando un montón de besos a todos. Y no porque sea navidad eh, sólo porque sí.