jueves, octubre 26, 2006

Escrito a dos amigos

Durante este viaje que es la vida vamos pasando por escenarios distintos, en momentos concretos y durante tiempos determinados. De nuestras experiencias, resultado de vivir estas etapas intensamente, vamos creando un tejido de valores, sueños, miedos, inseguridades, deseos… que perdurarán siempre, y que conforman nuestras personalidades y formas de vivir, o sentir.

Creo que gran parte del protagonismo de estos momentos vividos, o de los por vivir, lo tienen aquellos con los que nos topamos y con los que compartimos estos espacios y tiempo. Algunas de esas personas se vuelven así referentes, trascienden para siempre; alcanzan un lugar en esa persona que vamos forjando y se cuelan como parte de nuestro sentir y pensar. Esos son amigos, y permanecen.

Encontrar a personas que relucen es toda una satisfacción, es una suerte. Personas que te deslumbran con su palabra y su presencia, que son capaces de arrancarte ternura en los momentos más remotos, cuyos ojos te sonríen alegremente, sus gestos te producen admiración y sus lágrimas, desdicha. Aquellos que comparten nuestros éxitos y fracasos, y sólo nos juzgan por los que somos. Deberíamos encontrarnos con más gente que nos deslumbre, y más a menudo, y tenerlos siempre cerca.

La cercanía que somos capaces de sentir es tan especial que no debería llamarse cercanía si se alimenta de la distancia. Y es que, al estar lejos, descubrimos un nuevo significado a este término: cercanía es la anulación del concepto físico de distancia, es el disfrute de los momentos de intimidad; cercanía es conversación, es la comodidad que en un minuto se impone y supera barreras de tiempo y de espacio, es confianza. Es amistad.

Ahora estamos todos cerca, compartiendo éste vuestro sueño. Muchas han sido las conversaciones en las que impacientes comentábamos que parecía que este momento nunca llegaría; pero aquí estamos, ha llegado. Y llegarán el resto de las cosas, y es que la vida es un maravilloso disparate, en el que hay que apostar y esperar. Y de esa espera y esa apuesta sin duda sois los vencedores, y de ello damos fe los que os acompañamos, ahora y siempre; porque con gente como vosotros mi optimismo crece, creo que otro mundo es posible.

Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, con la justicia y con la igualdad, y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas. Soñar que cuando llegue al final podré decir que viví soñando, y que mi vida fue un sueño soñado en una larga y plácida noche de la eternidad…

Por vuestra plácida y larga noche de la eternidad, y para que consigáis alcanzar todos vuestros sueños.