martes, julio 24, 2007

Yo también hablo con mi almohada

By Joseph Ratzinger





Soy el padre del la Iglesia, pero también hablo con mi almohada. Todos hablamos con nosotros mismos.

11 de Mayo de 2007. Sao Paulo, Brazil.



Hoy salió todo muy bien. Un millón de personas, casi el doble de lo que esperábamos; y muchos de ellos jóvenes, que eran objetivo prioritario. Hay que captar fieles, que como continúe este éxodo no habrá manera de justificar el “declive moral y de valores” del que nos acusan. ¿Crisis del catolicismo dicen? ¡Y eso que en Latinoamérica aún persisten valores radicalmente cristianos! pero hay que presionar, sobre todo con la familia, la vida y la castidad. Esas iniciativas pro aborto en Brasil y Méjico, eso si que es crisis del catolicismo. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre católicos respecto de ir a la guerra o aplicar la pena de muerte, ¡pero nunca respecto del aborto y la eutanasia!

Y esas críticas que están haciendo los obispos brasileños… ¿Es que no se dan cuenta de lo que perjudican a nuestra santa casa iglesia? “Gastos excesivos en los cinco días de mi visita”, ¡lo que hay que escuchar! ¿Qué pretenden, que me alimente con sopas instantáneas? Si al final la visita les va a beneficiar, los empresarios del país han empezado ya a hacer sus aportaciones… Seguro que en poco tiempo se amortizan los más de 10 millones de dólares de coste que se han hecho públicos; y menos mal que no se conocen los gastos en las reformas de los monasterios donde pernocto, o el transporte desde Roma de los papamóviles…

La reunión con Lula también bien, cordial. Había que evitar temas ásperos, pero lanzando el mensaje antiaborto, eso si. Este Lula se defendió bien, lo tenía bien preparado. No se ha comprometido, pero el debate sobre la despenalización estará a partir de ahora condicionado. Fue una gran idea la advertencia a los políticos católicos de que se arriesgan a la excomunión si apoyan el aborto. Ellos verán. A cambio, no he sacado el asunto del reparto de preservativos gratuitos por parte del gobierno para combatir el SIDA, que también es inadmisible… Eso es fomentar la promiscuidad, y sino, ¡que baje Dios y lo vea! Estos estados laicos, ¡lo que hay que aguantar!


Fue un acierto venir a Latinoamérica, aún con el riesgo de la epidemia de dengue en Brasil, que casi nos obliga a suspender el viaje. Total, yo con el papamóvil hasta por la calle ando protegido… aunque andar, lo que es andar, ando poco. Si, es que había que venir. También para mostrar que la Iglesia está muy preocupada por la victoria política de los partidos de izquierdas, y presionar a la opinión pública para que se pregunte qué es lo que está pasando con el pueblo que vota a estos políticos. Y para que dejen de votarlos, ¡qué demonios!

Menos mal que en mi trabajo no existe el derecho a réplica, como en los congresos de los diputados. Una suerte que mi cargo sea por designación divina. Yo ya lo hice público antes del cónclave, poco antes de la muerte de Juan Pablo: “Estoy listo para aceptar cualquier cargo en que Dios me ponga”. Y aquí me puso, de Padre de la Iglesia. Y eso que no me hubiese importado retirarme pacíficamente; mira que se lo dije a Dios: “Por favor no me hagas esto”. Evidentemente, esa vez Él no me escuchó.
Si, menos mal que mi cargo no da lugar a debates, réplicas o procesos democráticos de discusión. Es lo que es, y punto. Y qué suerte que la gente se lo crea sin necesidad de argumentos ni explicaciones, porque en otro caso, ¿cómo justificar algunos de los asuntos divinos? Yo creo que dimitiría, seguro. ¿Y tener que darle la razón a los rojetes que defienden la Teoría de la Liberación? ¡Ah no, eso nunca! O los asuntos de pederastia… ¿cómo me iba yo a subir a un estrado a explicar semejante escándalo?

¡Qué suerte que mi cargo sea por incuestionable designación divina!