La selva, imponente

Nunca hab'iamos sentido tanto respeto ante la naturaleza como hoy. Saliendo desde Mandain, un pequeno pueblo rural rodeado de plataneras y campos de arroz, y siguiendo un estrecho camino que transcurre junto a un r'io de aguas rojizas, nos introdujimos en la selva, escapando del sol y adentr'andonos as'i en la eterna sombra.

Alt'isimos 'arboles, densa flora y much'isima fauna, sobre todo insectos. Caminamos, sobre todo al principio, con mucha cautela, pues es un medio por nosotros desconocido e imponente. El haber le'ido los animales que podr'iamos encontrarnos (elefantes salvajes, cobras reales, osos, panteras, loros, v'iboras, monos, pitones...) nos hizo montarnos alguna pelicullila que otra que aviv'o a'un m'as la inquietud. No nos encontramos a ninguno, claro.

Tras un par de horas de subida, en la que nos topamos, eso s'i, con huellas y mojones de elefantes en algunos tramos, llegamos a una cascada espectacular. El rugido del agua y la fuerza del r'io en ese punto, junto a grandes rocas y una min'uscula playa de arena, invitaban a un bano que, tras la subida y sudada correspondiente (el clima tropical es lo que tiene!), nos pareci'o el mejor de los premios.

Ha sido sin duda hoy uno de los d'ias en que m'as hemos disfrutado, una gran experiencia, nueva y alucinante, que esperamos poder repetir muy pronto. Un d'ia perfecto.