domingo, agosto 06, 2006

Un para'iso fronterizo






El lugar desde el que escribo ha sido duda un acierto en nuestra ruta improvisada, un para'iso lleno de color y con sabor a... Birmania.

Ruili es el u'ltimo rinc'on del Yunn'an antes de Birmania, y como toda ciudad fronteriza, su caracter'istica m'as notable es precisamente esa: fronteriza. A unas 8 horas al oeste de Dal'i, hab'iamos de desviarnos de nuestra ruta hacia el sur, pero afortunadamente decidimos explorarla y de veras ha merecido la pena. El clima y la vegetaci'on son absolutamente tropicales, si bien el calor es muy soportable. De la ciudad en s'i destacar el mercado, lleno de vida y de gente, muchos puestos de comida, animales, sacos de especias (guindilla sobre todo), frutas tropicales, enormes melones como nunca hab'iamos visto, mangos... Un simple paseo por la ciudad es suficiente para distinguir varias etnias diferentes, y para observar que la gente vive eminentemente de la agricultura. Ni un s'olo turista, ni chino ni occidental.

Nuestros brazos han estado en Birmania hoy. Hay un pequeno pueblo, Ji'eg'o, ap'endice de China dentro de Birmania, en el que se encuentra la frontera oficial. Alrededor, como siempre, kil'ometros y kil'ometros de alta valla infranqueable. Ji'egao est'a habitado en su mayor'ia por birmanos que han montado sus negocios o simplemente se han instalado all'i. Est'a a un par de kil'ometros de Ruili, y los separa un ancho r'io y un peaje que s'olo cuesta 2 yuanes (20 c'entimos de euro). La calle principal acaba en el puesto fronterizo, donde un par de polic'ias chinos se aseguraron de hacernos entender que sin visa no pod'iamos pasar; ya lo sab'iamos, pero hab'ia que intentarlo! Una pena tener un pa'is tan ex'otico como desconocido enfrente, y no poder adentrarnos en 'el... Un consejo para futuros viajeros con destino a Asia: si v'ais a pasar cerca de alguna frontera con otro pa'is, merece la pena tener un visado para entrar, y otro de m'utiples entradas para el pa'is desde el que se cruza (para poder volver), porque la tentaci'on es enorme!

La maravilla de este sitio la hemos encontrado mientras recorr'iamos, de nuevo en moto, las afueras y aledanos de la ciudad. Carreteras de adoquines que nos han llevado a unos lugares id'ilicos, atestados de plataneros y vegetaci'on muy abundante, y salpicados de pequenos lagos junto a humildes casas de madera o estera. La mayor'ia de la gente que vive en las afueras es poblaci'on birmana, muy f'acilmente reconocibles por sus rasgos y color, mucho m'as oscuro. Muchos no tienen los ojos rasgados y podr'ian pasar por indios. Visten telas amarradas a la cintura a modo de faldas, los hombres de cuadros, las mujeres de vivos colores. La mayor'ia utilizan, as'imismo, sombreros de paja triangulares de grandes alas, como los que usan los chinos en las zonas rurales. Transportan a sus hijos el telas a la espalda (los chinos utilizan cintas), y llevan grandes cestas a cada lado de sus bicicletas o motos, repletas de frutos, verduras u otros v'iveres.

Deambulando, y tras avistar un curioso y alt'isimo monumento e ir en su busca, dimos con un lugar incre'ible. Al girar una curva, nos encontramos frente a un enorme Buda, situado debajo de un altar gigante, rodeado a su vez de varias cabanas de madera y paja; el lugar estaba repleto de gente, la mayor'ia birmanos vestidos con su mejores galas, y algunos monjes con sus caracter'isticas t'unicas naranja y granate. Las mujeres y los ninos, y tambi'en algunos hombres, lijaban varas de mimbre, o finos tallos de madera, para despu'es agruparlos en paquetes de quince o veinte. Algunos lo hac'ian sentados, descalzos, a los pies del Buda, otros, charlando y comiendo alegremente cerca de las cabanas. Algunas mujeres sub'ian, tambien descalzas, a una de las cabanas, con ofrendas en las manos, para bajar luego con las manos vac'ias. Un enorme 'arbol con ra'ices exteriores ofrec'ia una preciada sombra bajo la cual sent'abanse tambi'en grupos de personas en pequenas mesas y bancos, ante platos de frutas y arroz; todos lijando tallos.

Una l'astima no saber qu'e hac'ian o por qu'e; una pena no poder hablar con ellos para que contestaran a nuestras m'ultiples preguntas. En estas situaciones es cuando realmente se siente la falta de comunicaci'on; inevitable la frustaci'on de no poder descifrar tantas cosas, pero gratificante la satisfacci'on de haber tenido la oportunidad de compartir este momento m'agico con ellos, y con vosotros.